Hoyloleo abre sus puertos al mundo.  Este segundo número se presenta cargado de literatura proveniente desde los rincones más distantes  de Hispanoamérica.  Los autores reunidos en esta edición internacional nos traen sus voces, imaginarios y realidades.  Podremos reconocernos y desconocernos en cada texto, pero al final estaremos más cerca del reflejo firme de nuestra diversa existencia. Nadar ha sabido la palabra.

POESÍA

Iniciamos esta aventura con el poema Antonio en el terreno baldío del guatemalteco Javier Payeras. En él, escuchamos una voz solitaria y huérfana que sale a caminar, sin manifiestos ni planes, por una inhabitable ciudad de espacios circunstanciales y tiempos divididos.

El poema Génesis de la poeta mexicana Melissa del Mar fluye hacia un renacimiento narrativo del ser y desde esa agua regresa en búsqueda del saber negado, de la liberación y de su verdadero nombre.

La poesía de Yana Wayta nos naufraga en altamar, luego nos sube a la Región andina del Perú a conocer el cáncer, el llorar a escondidas, el despojo y la impureza de la leche materna. Es un golpe brusco de tormenta.

Desde Costa Rica, los poemas de James Philliphe Morán proyectan la abrumadora presencia de la tecnología en nuestras vidas, la muerte del literato ensimismado convertido en mercader, las glorias vanas de la cultura del premio, del precio y la venta; nos trae los objetos que somos y los objetos que vivimos; también, la displicencia contra el mundo y la revelación de una paz quebrantada.

El caligrama Pasión matinal del mexicano Raúl de Jesús Sánchez Mendoza traza el amanecer destellante de un nuevo día; emprende un cabalgata rogando caer en el mar para volverse «sal purpura que profundo ilumine»; y al final, desde la memoria vuelve  al origen con una sonrisa y la misma fiebre.

El poeta colimense Miguel León Govea en Olvidas la mística Comala extiende sobre la Comala real el canto, el silencio y el eco de la literatura. Nos recuerda con nostalgia que «ya no somos habitantes del mito».

Los poemas en prosa de Ergo Rodrerich navegan «esa distancia sin medidas que es la noche» hasta vislumbrar un faro y su propia ruta. El intacto abandono del español Miguel Ángel de la Cruz nos pinta con elegancia los espacios inertes que tras la ausencia son de polvo cubiertos.

Astrobelius de J. Moz envuelve el cosmos en nueve cantos que profesan amor por Adara, más allá de la historia y las civilizaciones. Los poemas de Jesús Rodríguez transforman el fuego en leyenda, revoluciones y mitos.

Con el motivo literario de la muerte se presenta el poema Hábitat Étereo del ecuatoriano Patricio Vega Arrobo, el cual podría con un empujón de notas estridentes convertirse en el disco oscuro de una banda de metal. Con el mismo pesar, pero desde otro lado, el Tercer poema del cubano Rolando Reyes López intenta conversar desde el más allá con una muchacha rubia. Por su parte, el argentino  Paulo Neo pretende con conveniente humor escabullirse del destino final en Esta muerte no es mía.

Con el motivo de las aves, El pájaro de la sombra de Rusvelt Nivia Castellanos, las Breves poesías sobre el pájaro ticús de Salvador Alejandro Ochoa López  y  Cementerio de plumas, Extranjera y Laboratorio de Wuhan de la cubano-italiana Yuleisy Cruz Lezcano.

También incluimos los poemas del joven  Wilmar Gustavo Bravo Arregui,  de la cantautora Susanne Smolinska y de la poeta galardonada Guadalupe Martínez Galindo.

 

NARRATIVA

 Narrar es dar forma y sentido al mundo, es hacerlo navegable. Los cuentos aquí reunidos zarpan de la realidad y abren sus velas entre las tormentas y la fantasía. Sus autores le han soplado vida a los personajes para ubicarlos lejos de sus lugares de origen. Las historias argentinas pueden suceder en Inglaterra o Irlanda, las mexicanas en Praga o dentro del propio cuerpo; pero al final, estos cuentos conservan su aliento distintivo.

El argentino Ezequiel Olasagasti cuenta en Un saco de dinero cómo fue y qué ocurrió cuando «Oliver O‘Henry valía veinte monedas de plata» mientras que su compatriota Gastón Caglia hace que los farmers ingleses conozcan las vidas ocultas de Los pájaros carpinteros. Por su parte, José Raúl Díaz Barrios de Cuba narra La noche que Eugenio decidió morir. En estos tres casos leemos no solo tres formas diferentes de narrar, sino también tres maneras distintas de cobrar caro la vida.

Sobre violencia angelical presentamos dos cuentos: Twister del argentino Daniel Frini y Aini, ángel del mexicano Alfredo Bobadilla Rodríguez. En el primero escuchamos a los ángeles enredar el mundo y en el segundo vemos cómo uno golpea a su más ferviente admirador.

Los cuentos Áticos de Praga de Eduardo O. Honey, Yo soy Sam de Ronnie Camacho Barrón y Viejas desconocidas de Miguel Angel Acquesta son descendientes y variantes de un mismo mito: el Prometeo moderno.

Cerramos este número con dos cuentos sobre la extinción de la llama y de la luz: Un mundo maravilloso de Alexis Lozano Tapia y Nictofobia de Raziel Gutierrez Rolon.

Continuamos el viaje esperando que nuestras palabras lleguen a buen puerto.

Miguel Olmedo Valle

 

Nadar sabe mi llama


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