Exiliados
Clamamos justicia.
La pena envuelve nuestro exilio
tras las grandes murallas
oscuras y sombrías de la desdicha.
Con el anhelo de llegar al paraíso,
cruzar las puertas hacia el cielo;
atravesamos los escaños del inframundo
surcamos tormentas en busca del sueño.
Marchamos los desdichados
al encuentro de un sol naciente
sin sonreír
la vida cambió nuestro semblante.
Partimos sin rumbo a un futuro sin futuro.
Injusta eres con quien no se lo merece,
pero supongo
que no puede ser de otra manera.
¿Por qué entre quimeras
nos envuelves perdiendo el derecho
a la vida?
Este encuentro con nuestros deseos
no es más que un bucle infinito.
donde intimamos con la inexistencia
y las lágrimas son de quienes nos pierden.
Fragmentado: luz y oscuridad
Caminando las frías calles
No soy uno, a veces soy dos,
tropiezo con mis demonios
arrastro cadenas por el sendero umbrío.
Soy débil y triste
el otro yo
fuerte y valiente.
Espada y escudo cargo
y el temor de autodestruirme.
Cuando caigo en la ciénega
con mi cuerpo demolido por el padecimiento
una mano me da fuerza y ánimo
un rostro se burla de mí,
realidad y reflejo.
Parezco cualquier cosa que el destino demolió,
ya no puedo reconocerme
no sé quién soy
y en el reflejo del espejo
se nota mi oscuridad
de felicidad disfrazada.
Llueven del cielo ardientes gotas de lava
y el paraíso en el que antes viví
ya no existe,
se deformó, perdió su belleza, se arruinó,
también mi corazón de cristal está en pedazos.
Nunca seré un ser despiadado
no obstante, en esta guerra
prefiero destruir el pasado
y deformar el presente,
imaginar el futuro
sin ángeles de averno rondando el cielo
Sueño escapar de este mundo repulsivo
soportando todo y a todos
sin dejar que el odio me consuma.
Balbuceo sin sentido, sin cordura
en una marejada de espuma blanca
y camelias rojas
De pronto escucho a mi otro yo
gritándome ¡déjame salir!
Wilmar Gustavo Bravo Arregui (Guayaquil, Ecuador, 2000). Distribuye su tiempo entre el estudio, el trabajo y la escritura.