GÉNESIS
Una voz me dijo al oído, cuando nací en silencio de la entraña de la tierra:
“todos los males del mundo se harán en tu nombre”
¿En mi nombre verdadero?
Así, nací con culpa, entre tinieblas y abismos,
sin saber por qué cubrir el cuerpo y callar el duelo.
Del mito que es pecado original,
mi vientre como ofensa ha sido señalado,
pero hoy, en el celaje que de mi brote
germinó, entiendo que
mi herencia es más que carne,
y, para saberme mañana,
devenir aliento.
Cada lamento
regresa siempre a mi nombre,
todas las marcas sangran mi rostro,
porque construyeron nuestra existencia,
a partir de una lágrima que nunca fuimos.
De mi bulbo ha crecido el polvo, el llanto, la herida.
Sí, de mi grieta escaparon langostas,
pero lo que nos plaga no es mi cuerpo,
sino el verbo que busca separar al agua,
cuando somos una gota,
en la huella que nos hermana.
De
(r)
ramada
en mí,
basta con la lluvia para llenar la hendidura.
Es verdad, me perdí en una cueva que lejana
nunca fue mi hogar,
pero, ahora
me sé la cierva que, buscando agua,
encontró en la palabra
su reflejo.
Decido que soy más que llanto y silencio,
silvestre,
como ellas,
hierbas que
curanderas
escriben en conjuros de lengua libre
lo que habrán de saber
las que habitan este monte
donde también florecen laureles.
Fluyo en mí, como ya todos los mares lo han hecho
y me hundo en la llaga para ahogarme
hasta volver a existir.
Me parió la palabra que me invoca,
en donde
crezco brote en el yermo, la tierra prometida,
el Edén que siempre hemos sido,
sin necesitar ser aradas.
Y si como a otras me llevan,
busca en la palabra.
Sabrás encontrarnos a raudales
entre el rosal y el tronco,
anunciadas en zarzas ardientes.
Donde montañas de gris tizne veas,
sabrás que estamos sepultadas siendo también caverna,
que se levante sobre el suelo para gestar tu pascua.
En nuestra resurrección
dirás mi nombre,
el que solo tú conoces,
y todos los nombres que soy.
Al pronunciarme con el verso que invoca,
te será susurrado
lo que ya sabías:
Que en nosotras arden
todos los Mares,
que no soy, ni fui pecado.
Que no nací de un fragmento,
no me yergo mitad, ni gracias a un huesocostilla
soy.
Entonces,
nos verás desdoblar heridas en la luz menguante,
urdir el corte en cicatriz,
correr la memoria trazada,
aullar nuestro nombre, danzar libres del estigma que
una roca profesó
y aprender a hacer lo que siempre nos fue negado:
Habitarnos.
Melissa del Mar. Es ganadora del Premio Mujer Tec (2021), en la categoría de Arte y Gestión Cultural otorgado por el Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana del Tecnológico de Monterrey. Cuenta con el diplomado en Literaturas Mexicanas en Lenguas Indígenas (2019), por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.
Ha sido publicada en espacios digitales e impresos como Periódico de Poesía, Buenos Aires Poetry, New York Poetry Review, CONECTA, Reforma, El Universal, Milenio, MásCultura de Librerías Gandhi. Ha dado conferencias en TEDx, Feria Internacional del Libro, Festival Mesoamericano de Poesía, Encuentro Nacional de Mujeres Poetas Jóvenes, entre otros. Forma parte de la antología Novísimas. Reunión de poetas mexicanas (1989-1999). Su trabajo poético se ha presentado en México, Argentina, Bélgica, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Haití, Italia, España, Estados Unidos, Pakistán, Perú y Uzbekistán. Ha sido traducida al inglés y al uzbeko.