Salí a caminar por la playa y como ya es costumbre regresé a los acantilados a ver el romper de las olas. Subí y al mirar abajo me encontré un par de cangrejos, uno grande y agresivo que obligó al otro a escapar de su territorio secretamente marcado sobre una roca. ¿Será cierto que los cangrejos caminan para atrás? me pregunté y fijé mi atención sobre el más pequeño, rodeado de mar, vulnerable en la orilla rocosa. Y de repente, ¡Sorpresa! el cangrejo saltó de una roca a la otra. Después se detuvo, calculó el devenir de la marea y otro salto. Volvió a calcular y otro salto hasta reunirse con el resto de los cangrejos. La observación hizo mi día.

Regresé a casa y para mi sorpresa ya había Papa y para mi otra sorpresa el cónclave había elegido a un latinoamericano: el Papa Francisco. ¿Francisco? ¿Francisco como los franciscanos? Esos pequeños conquistadores que con humildad aprendieron a convivir con los “indios” para enseñarles la palabra de dios, la obediencia y el temor a la corona. Jorge Mario Bergoglio es el mismo cardenal argentino que desató una polémica por oponerse al matrimonio entre personas del mismo sexo, el que se opone al aborto, la eutanasia, los métodos anticonceptivos y que en tiempos de la dictadura de Videla (ahora acusado de crímenes de lesa humanidad) practicó la omisión e incluso las alianzas con un régimen infame por la desaparición de opositores políticos y niños. En fin, ¡habemus papam!

Hay humo blanco y yo descubro que los cangrejos calculan la marea y dan saltos para seguir caminando hacia atrás.

Escrito por Miguel Olmedo Valle

 

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