ESTANCIAS

Aún puedo espolvorear tristeza
sobre el recuerdo exacto;
salvar tu mirada entre mis dedos.

Tengo una arista de luna
por si decido hendirla
hasta el verano de tu adiós.

Hubo lluvia y escándalo de aves
cuando me rodeaste a versos
y lograste verdad en una lágrima.

¿Cuándo vendrá el olvido a recoger tu olor?
¿A desmontar las caricias
y callar los suspiros? Esa canción.

Crujía mi corazón, la hojarasca;
llovían las nubes, tus motivos;
caían relámpagos y el futuro.

Hablo con cada sombra:
le regalo una palabra herida
y, por más que debo,
no logro abdicar de la alegría
ni beber algo que no sepa a ti.

 

ATERIDA

«Otras injusticias del frío y el hielo»
David Hernández

Tanto frío cuartea el tiempo, las palabras;
se levanta una niebla dulce desde mi boca
y tiemblo como una cría
que desconoce los grises del verano
y el enojado viento entre la hierba.

La tarde se ha puesto seria;
una congoja le vino a los pájaros
y ahuyentó los aromas.

-Risa- y –descalzo-
(que traía en la punta de mi tinta)
habrán de esperar a
que –sol- y –marzo-
vengan a acompañarles.

Sólo mencionarlas
ablanda mi gesto y los renglones;
eso es bueno cuando no esperas
un cielo ronco y electrizado
ni tanto frío.

 

OTRO ADIÓS

La melancolía me raspa el costillar;
mi esperanza no llega a la ventana,
estoy en esta silla contando e s p a c i o s ;
dando bocanadas al polvo del día.

Una mosca pasa por la idea
y se hospeda en mi zapato.

Me duele la espina en el reloj
y una lágrima del grifo.

El recuerdo es una larva invidente tras un túnel,
la soledad tiene ojos oxidados y falda corta;
estoy triste: tanto como un hombre acepta
y más de lo que un poeta puede soportar.

 

ONÍRICO

A veces cabalgo sobre los hombros del desierto;
me expongo a la escaldadura.

No hay rastro a seguir ni se anuncia un brote de agua.
Se me incrustan puntillos de sal pasada;
un escorpión escolta las fatigas que sangran la roca donde pauso.

Olvido los porqués, los cuándos,
pero los nombres en mi pulso bastan para continuar.

Si lloro, pierdo más que por lo herido;
si caigo, pierdo más tiempo que el ya marcado
y
si doy vuelta, no será un regreso
sino un comienzo hacia otro dónde incierto,
entre espinas ocasionales, vuelo bajo de carroñeras
y la ensordecedora carcajada de la cobardía.

 

COMO AHORA

Cuando anhelo encontrarte, detengo el paso.
Si necesito tu compañía reservo un rincón de la realidad;
para definirte aprieto los labios.

Por darte color, vierto la noche y la nada.
a fin de lavarte desempaco el instante doloroso;
En caso de compartirte, planto el índice en cada rostro.

Cuando debo prolongar tu estancia: duermo.
Si quiero capturarte, encapsulo el bullicio;
para decorar tu tiempo, cambio de gema las pupilas.

Por inventarte, pregunto a los desaparecidos.
A fin de descubrirte, me interno entre sepulcros;
en caso de protegerte, me planto delante de ti.

Y te fracturo alzando la palabra
y te sorprendo entonando la cuerda
y te evito cuestionando los motivos
y te anulo pregonando el desacuerdo
y te elimino gritando mi protesta
y te mato: SILENCIO, como ahora, publicando tu promesa.

 


Rosario G. Towns. Cuenta con una vasta publicación escrita y oral, en diversos medios y formatos. Ha sido jurado, prologuista, crítica y organizadora; así como invitada especial en importantes foros y eventos culturales. Ha fundado/pertenecido, a varias agrupaciones literarias y musicales. Espera la palabra exacta hasta alcanzar el poema.