EL REZAGADO

Cuando en la fiesta, en la vida,
la gente se abraza una a otra,
se mira a los ojos complaciente,
se trueca ademanes, en fin,
se corresponde con naturalidad,
con esa energía estelar casi imperceptible
que conduce a todos y en la que pocas veces reparamos,

siempre hay alguien nervioso en una silla,
observando esa medusa de movimientos
en la que todo se enreda:
alguien que no entiende,
que actúa en la soledad de su habitación
frente al espejo, preguntándose si es normal,
exclamándose «¿Lo hice bien?»;

alguien que se retrae, que no aprendió a la par.

Alguien que escribe.

LA ENAMORADA

Apaga las velas del encuentro,

desmaquíllate, arroja las flores al inodoro,

porque no vendrá, aquello,

lo último por lo que valía vivir…

¿Qué haces, grande tonta,

desgarrando el encaje que te adorna

como un regalo dispuesta a entregarte al él?

¿Qué haces cortando tu cabello como una loca

en señal de ridícula rebeldía?

Escuchaste sus pasos alejarse

y aún te mueve y te estalla el último beso

robado con un falso juramento de amor.

Crees oír esos pasos en la escalera

y ver una silueta que se pierde entre las sombras.

¡La silueta de lo que no es!

Derrúmbate sobre la alfombra,

desgarra tus vestidos, rompe algunos trastos,

corta tu cabello como una loca;

pero no rasgues más tu cara,

para que no vuelvan a decir por las esquinas

que aquella enamorada que grita en la noche

eres tú.

EL AUSENTE

Hoy pensarás en él.
Abrirás tus ojos a la fuga de las lágrimas,
abrazarás su recuerdo entre dos noches
y entonarás una melodía para distraer tu desvelo.
Pensarás: «Regresará».

Él es el ausente.
El que se afana en merodeos circulares,
en movimientos repetitivos sin mérito.
El que no puede morir porque espera.

No puede su uña cavar el concreto
ni el puño iracundo doblar el acero.

Y cuando cae la noche,
el pánico se le viene encima como una mortaja.
¡Ay la ansiedad de aire puro, de espacios sin murallas;

la soledad de la fría litera de metal
encubada entre humedades y grietas!

A veces su pensamiento flota en la sombra,
sin poder ir adelante, hacía el porvenir,
atorado entre las redes inconsistentes
que la locura va tejiendo alrededor de su cabeza.

Mañana no pensarás en él.
Regarás las macetas, podarás el césped, harás llamadas.
Pero tu corazón, como una mente escuchando a otra,
sentirá su pulso fulgiendo en las tinieblas
y pensarás acaso sin saberlo:
«Está vivo.»

 

 


 

Aleqs Garrigóz (Pto. Vallarta, 1986) es autor de los libros de poesía Abyección (2013), La promesa de un poeta (2005), Páginas que caen (2008,2013), La risa de los imbéciles (2013). Figura en una decena de antologías mexicanas. Publica poemas de manera regular en medios impresos y electrónicos de diversas ciudades mexicanas e hispánicas. Su web: www.aleqsgarrigoz.neositios.com